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Familia

Necesarios papá y mamá

27 de enero de 2020

Cada año nacen en España alrededor de 375 bebés fruto de uniones de lesbianas. Sólo en EEUU, los expertos calculan que hay ya alrededor de 100.000 niños concebidos por medio de la inseminación artificial de madres lesbianas, que viven solas o con su pareja. El 95% de las nuevas familias homosexuales está encabezada por lesbianas….

Estos datos mencionados por el diario El mundo en su publicación del 8 de octubre de 2000, no son totalmente de carácter científico y se basan en gran parte en la información ofrecida por colectivos homosexuales.

¿Se trata realmente de un juego con la vida? ¿o estamos delante de casos que, a fuerza de repetirse se convertirán en lo común y corriente? Conviene cuestionarse sobre el papel del padre y la madre y sobre todo, cuestionarse sobre las consecuencias que puede acarrear a los hijos el tener, o no, un padre varón y una madre mujer.

Sabemos que el sexo viene determinado por la biología, sin embargo la cultura y el trato con los seres humanos es también importante para madurar y crecer en la propia identidad. Esta influencia cobra especial importancia sobre todo en los primeros años de vida en los que el padre y la madre tienen una aportación única y específica, por el hecho de ser hombre y mujer.

El que ambos sean complementarios es precisamente lo que da a los hijos el equilibrio y el crecimiento armónico en la aceptación personal y la visión del mundo que les rodea.

Apoyados en los estudios psiquiátricos de Malva Villalón y Sergio Canals (1) se ha demostrado que la aportación específica del rol de cada uno de los padres es determinante para el desarrollo vital y la madurez de los hijos. Por ejemplo, la madre aporta sobre todo un mundo afectivo y personal. Por ser ella quien amamanta al niño y está dedicada a su cuidado directo en los primeros años, tiene una comunicación física y afectiva singular que hace su relación más expresiva e intuitiva.

Por eso no nos sorprende que, cuando un niño viene a confiar un gran secreto a su madre, ésta ya lo sabía. Si falta la madre, sobre todo cuando el hijo es pequeño, éste puede tener dificultad para construir vínculos afectivos con otras personas; se vuelve inseguro y necesitado de apoyo y aprobación por parte de los demás.

En numerosos casos de alcoholismo, drogadicción y depresiones es común comprobar que ha faltado el papel de la madre en el desarrollo del niño.

Por otro lado, la aportación del padre es muy distinta. Es una comunicación que se va construyendo a base de acciones que crean un vínculo especial entre padre e hijo. Esta relación, aunque también es afectiva, tiene un especial influjo en la seguridad personal del niño, ya que el padre representará en muchas ocasiones el punto de referencia en la conducta disciplinar del niño.

Cuánta armonía y riqueza puede haber en un niño cuando su padre ha estado cercano y le ha mostrado su apoyo desde pequeño, ya en juegos, ya en estudios cuando es mayor. En muchas ocasiones, la figura del padre es más distante, pues no siempre se hace presente en los momentos cotidianos, sin embargo, todo padre debe buscar la cercanía tanto física como moral con los hijos especialmente cuando son pequeños.

Cuando falta la figura del padre, existe más riesgo de que el niño tenga problemas disciplinares. La figura del padre es insustituible, pues marca criterios de comportamiento y ayuda a formar la seguridad personal del niño Incluso en el caso de las viudas, aunque en que el padre no está físicamente, su figura sí está presente y marca un punto de referencia para la educación de los hijos.

En cada edad del niño, ambos padres tienen un papel insustituible y complementario. De manera inconsciente, el niño sabe en qué momentos necesita de su madre y en qué momentos de su padre. Por ejemplo, cuando los hijos son recién nacidos, la madre es su seguridad, casi podríamos decir, su único mundo. Al nacer, el niño se le entrega inmediatamente a la madre; quien, por haberlo llevado antes dentro, ya tiene una comunicación muy íntima con él. Es aquí donde es importante que se introduzca el padre para ampliar la fusión madre-hijo y lograr que el niño cree vínculos emocionales con otras personas. De no darse esta apertura a otro que no sea su madre, el niño puede ir desarrollando actitudes de encerramiento que le dificulten en el futuro las relaciones con los demás.

En la adolescencia el papel de ambos es también fundamental. Cuando los hijos crecen, la distinción varón – mujer se vuelve importante pues el hijo ve en su padre el prototipo de hombre y aprende a verlo como hombre al trabajar, al sufrir y al resolver las dificultades. En el caso de la hija, la misma masculinidad del padre ayudará a reafirmar la feminidad de la niña, que tendrá un punto de referencia de lo que es femenino y lo que es masculino.

De la misma manera, el niño verá a su madre y su feminidad le ayudará a reafirmarse como varón, así como a la niña le enseñará lo que es femenino. En este período de los hijos, es muy importante que la madre sea una verdadera amiga a quien se tenga la confianza de acercarse cuando llegan las crisis de la adolescencia. En esta edad ya se dejan ver las consecuencias cuando ha faltado alguno de los padres.

Judith Wallerstein, profesora emérita de la Universidad de California-Berkeley; Julia Lewis, profesora de psicología en la Universidad Estatal de San Francisco; y Sandra Blakeslee, escritora del área de ciencias del New York Times, estudiaron cien casos de niños del área de San Francisco, y los resultados de sus investigaciones son los siguientes: cuando ha faltado la presencia y acción directa de alguno de los padres, los niños son más proclives a usar drogas, más tendientes a buscar terapia, en un 40 por ciento son más tendientes a evitar el matrimonio.

Para que esta esfera de identidad esté completa, ambos padres deberán apoyarse y ayudarse para desempeñar su papel. Definitivamente muchos de los elementos de una familia íntegra vienen ya escritos en la naturaleza de cada uno de sus integrantes, pero es necesario que cada uno aporte su papel insustituible, por su propia realización y por la felicidad y porvenir de los que aún están creciendo y necesitan de un padre, y de una madre. No olvidemos que no se puede jugar con la existencia o con la vida.

Fuente/Autor: Vicky Campos

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