“La Biblia se vuelve más y más bella en la medida en que uno la comprende.”

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Familia

Una escapadita juntos

27 de enero de 2020

Con más frecuencia de lo que podemos imaginar, nos encontramos frente a una problemática que se vive dentro del matrimonio: Muchas parejas encuentran angustiante el encontrarse a solas, pues no tienen de qué hablar, al parecer, no tienen nada qué compartir ni qué comunicarse.

Estas parejas son de las que en la casa se enfrascan en la lectura del periódico o en la pantalla del televisor. En las reuniones sociales buscan la compañía de los amigos y tratan de evitar la conversación con el cónyuge, o lo que es peor, cuando se entabla algún tipo de conversación, es para estarse echando indirectas o para hacerse comentarios mordaces. El argumento que se maneja es que: quiero descansar y platicar con otra gente pues todo el día estoy con él o con ella.

La verdad es que ese argumento es un simple pretexto, pues si hacemos un análisis del número de palabras que intercambiamos con nuestra pareja, quizá nos lleguemos a sorprender de lo escasas que son.

Y si a esas pocas palabras le restamos las que no están enfocadas a una relación personal sino a manejar los aspectos administrativos del hogar: dinero, hijos, colegio, trabajo…, posiblemente nuestra cuenta quede en cero.

El acelere en el cual vivimos no nos permite darnos cuenta de la forma en que estamos empobreciendo nuestra relación de pareja. Por todo eso, es importante que busquemos tiempos, lugares y formas de reencontrarnos y dialogar ¡y qué mejor oportunidad para ello que unas vacaciones! que incluyan el separarnos un poco hasta de los hijos.

No hay de qué hablar.
Aquí precisamente está el dilema y la angustia que viven estos matrimonios. Si estamos solos…… ¿de qué vamos a hablar? Hay muchas cosas de qué hablar, pero a manera de sugerencia, podemos mencionar algunas, que puedan servir de ejemplo:

Hacer una evaluación de nuestra relación como pareja:
Comentar lo que estamos haciendo bien y lo que no estamos haciendo tan bien. No en un plan de reproche o de buscar quién es el culpable, sino con la intención de darnos cuenta de lo bueno, para seguir haciéndolo o mejorándolo y tratando de identificar lo que necesitamos mejorar, para buscar soluciones realistas que sean aceptables para ambos.

Revisar nuestros objetivos y planes:
Definir cuáles son nuestros objetivos, qué es lo que queremos lograr como pareja.

Comentar lo que es importante para cada uno:
El matrimonio es un proceso, a través del cual ambos cónyuges vamos evolucionando. El conocer lo que es importante para nuestra pareja en este momento de nuestra relación, nos dará elementos importantes para conocer la dirección que ha tomado el cambio en cada uno de nosotros y solamente sabiendo en dónde estamos, podremos decidir hacia dónde queremos dirigirnos como pareja.

Identificar qué es lo que nos mantiene unidos:
Es importante que podamos ver con claridad lo que nos une para que conscientemente reforcemos esos puntos de unión y podamos buscar nuevos elementos que nos ayuden a revitalizar nuestro matrimonio.

Aprovechar la oportunidad.
Los momentos que como matrimonio se tienen para compartir, dialogar y comunicarse, son como la sangre que recorre el cuerpo. Si la sangre va cargada de oxígeno, alimenta y renueva todas las células, pero si solamente lleva toxinas, produce un envenenamiento paulatino.

Es importante que los cónyuges se den esos momentos para compartir y dialogar aprovechándolos al máximo. Y qué mejor oportunidad que una escapadita juntos, para descansar y revitalizar la unión, viviendo un proceso de verdadero intercambio y comunicación profunda, que les lleve a valorar lo que son como pareja y tomar decisiones conjuntas que ayuden a revitalizar la relación.

Fuente/Autor: Jorge Zuloaga

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